La visión de Jesús sobre la Escritura

La visión de Jesús sobre la Escritura

La visión de Jesús sobre la Escritura

La razón más convincente para creer que la Biblia es inspirada, inerrante, clara y suficiente es que eso es lo que Jesús creyó. En sus enseñanzas dio por sentado que el Antiguo Testamento era la Palabra llena de autoridad de su Padre:

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5.17-18)

Jesús se refirió a una serie de personas y acontecimientos del Antiguo Testamento y siempre consideró la historia del Antiguo Testamento como históricamente exacta. Citó del génesis la Palabra de su Padre cuando dijo:

¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19.4-6).

Jesús no sólo dio por sentado que la historia de la creación era cierta, sino que citó libremente  palabras del narrador del Antiguo Testamento como palabras que “dijo” Dios mismo. No es infrecuente que los argumentos teológicos de Jesús estén subordinados a la veracidad de los relatos del Antiguo Testamento. (Mt. 5.12; 11.23-24; 12.41-42; 24.37-39; Lc. 4. 25-27; 11.50-51; Jn. 8.56-58). La visión de Jesús del Antiguo Testamento como la Palabra de Dios se alinea con la manera en que el Antiguo Testamento normalmente se refiere a sí mismo.

Jesús veía su propia vida como el cumplimiento de la Escritura (Mt.26.54; Mr. 8.31). Durante toda su vida utilizó la Escritura para resistir la tentación (Mt. 4.1-11) y resolver conflictos (Mt. 19.1-12; 22.39; 27.46; Mr. 7.1-13; Lc. 10.25-25-26). Al final de su vida, Jesús citó la Escritura cuando se estaba muriendo (comp. Mt.27.46 con sal.22.1). El día de su resurrección explicó la Escritura en detalle mientras iba camino a Emaús y también a sus discípulos en Jerusalén (Lc. 24.13-17, 44-47).

Consiente de su identidad como Dios Hijo, Jesús consideró que sus enseñanzas eran tan divinamente inspiradas como el Antiguo Testamento. Jesús enseñó con una autoridad que lo distinguía de otros maestros de la ley. Interpretó la ley según su propia autoridad en lugar de depender de fuentes rabínicas (Mt. 5.21-48). Afirmó que sus enseñanzas y la ley tenían la misma permanencia: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24.35, comp. Mt. 5.17-18; Jn. 14.10,24). Jesús consideraba el Antiguo Testamento y sus propias enseñanzas como la Palabra de Dios. Los testigos apostólicos del NT existieron porque Jesús les dio a sus discípulos autoridad y poder mediante el Espíritu Santo para impartir verdades espirituales por escrito y también en forma oral (Mr. 3.13-19; Jn. 16.12-14; Hch.26.16-18; 1 Co. 2.12-13).

Jesús consideraba la Escritura como Palabra de Dios de gran autoridad, sobre la cual basó su vida entera. Aquellos que siguen a Cristo están llamados a tratar a la Escritura (el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento en su conjunto) de la misma manera. Para los cristianos, la Biblia es una fuente de enorme deleite y gozo. Se debe buscar diligentemente a Dios en su Palabra (1 P.2.2). La Palabra de Dios es un tesoro precioso que merece ser estudiado, meditado y obedecido:

Hijo mío, si recibieres mis palabras,

y mis mandamientos guardares dentro de ti,

Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;

Si inclinares tu corazón a la prudencia,

Si clamares a la inteligencia,

y a la prudencia dieres tu voz;

Si como a la plata la buscares,

y la escudriñares como a tesoros,

entonces entenderás el temor de Jehová,

y hallarás el conocimiento de Dios.

(Pr. 2.1-5).

Artículo extraído de la Biblia Teológica /Sección Ayudas / Doctrina Bíblica / La visión de Jesús sobre la Escritura.