LA MUJER DE LOT - Parte 2

LA MUJER DE LOT – Parte 2

LA MUJER DE LOT – Parte 2

Recordando su castigo y enseñanzas

«Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal» (Gn 19.26).

La historia sagrada dice: «Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos» (Gn 19.24).

La escena de desolación en el sitio donde estaba Sodoma testifica claramente de la realidad del juicio divino.

Constituye un monumento a la locura y un aviso y un ejemplo para nosotros.

«Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios». (Lc 9.62)

El Señor, en su gracia, se vale de dos métodos para convertir el corazón del hombre hacia las cosas de este mundo: primeramente revela el valor y la inmutabilidad de «las cosas de arriba», y luego hace conocer la vanidad y la naturaleza perecedera de «las cosas de la tierra».

Colosenses 3.1-2 dice: «Dios les dio nueva vida, pues los resucitó juntamente con Cristo. Por eso, dediquen toda su vida a hacer lo que a Dios le agrada. Piensen en las cosas del cielo, donde Cristo gobierna a la derecha de Dios. No piensen en las cosas de este mundo».

Hebreos 12.25-26 dice: «Tengan cuidado cuando Dios les llame la atención. No lo rechacen, porque los israelitas que en el pasado lo rechazaron, no escaparon del castigo. En aquella ocasión, cuando Dios les habló, su voz hizo temblar la tierra. Y si nosotros rechazamos a Dios, que nos llama la atención desde el cielo, tampoco escaparemos del castigo. Porque ahora él dice: “Otra vez haré temblar, no solo la tierra sino también el cielo”».

Este pasaje nos enseña que es mejor ser atraído por los gozos del cielo, que ser empujado hacia abajo por las penas de la tierra.

El cristiano no debe esperar que el mundo lo abandone para que él abandone al mundo: debe dejar las cosas de la tierra por virtud de la comunión con las cosas de arriba.

Si bien Lot era un hombre justo, dejaba mucho que desear. En el relato de Génesis 19 lo encontramos sentado a la puerta de Sodoma, en el puesto de autoridad. Había avanzado: «Se había abierto camino en el mundo», había tenido éxito a la vista humana.

Anteriormente había ido levantando sus tiendas paso a paso hasta Sodoma; más tarde probablemente penetró en la misma ciudad; y ahora lo encontramos sentado a la puerta, el puesto de las personas influyentes. Es un proceso donde comenzamos a acercarnos peligrosamente a las cosas del mundo y terminamos enredados profundamente en sus cosas.

Por la fe, Abraham habitó la tierra prometida como en tierra ajena, morando en cabañas. Nada de esto se dice de Lot. No ocupa ningún puesto en la lista de los nobles mártires de la fe, en la nube de testigos del poder de la fe (Heb 11). El mundo fue para él un lazo, y las cosas presentes, su ruina. Él no se sostuvo como viendo al Invisible (Heb 11.27). Sus ojos estaban fijos en las cosas que se ven y que son temporales, mientras que los de Abraham descansaban en las que no se ven y que son eternas (2 Co 4.18).

Así fue que cuando destruyó a las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde estaba Lot (19.29). Esta afirmación prueba que fue por amor a Abraham que se salvó Lot.

Dios no simpatiza con un corazón mundano; y fue ese amor el que lo llevó a Lot a establecerse en medio de la corrupción de Sodoma. No fue su fe, ni su alma justa sino el amor al presente siglo malo que lo arrastró primero a escoger, y luego a poner sus tiendas hasta Sodoma, y por fin sentarse a la puerta de Sodoma.

En Hebreos 13.5 se nos exhorta a estar contentos con lo que tenemos, ¿por qué?

¿Será porque de esa manera estamos bien acomodados en el mundo y con el corazón satisfecho?

¿Será porque en nuestras circunstancias no hay un vacío que suscite un deseo?

¡¡¡NO!!! De ningún modo. Es porque Dios mismo ha dicho «no te dejaré ni te desampararé».

Dice el escritor de Hebreos: «No vivan preocupados por tener más dinero. Estén contentos con lo que tienen, porque Dios ha dicho en la Biblia: “Nunca te dejaré abandonado”».

Es evidente que Lot y su esposa no rompieron su relación con el ambiente pecaminoso en el que vivían. Permitieron que sus hijas se comprometieran con los sodomitas e, incluso, vacilaron cuando los ángeles les insistían que huyeran. Fuertes lazos los ataban a sus posesiones y a la riqueza de Sodoma.

El Señor Jesús nos exhorta a recordar a la mujer de Lot en cuanto a su compromiso con el mundo y en cuanto a la dirección de su mirada, su mente y su corazón y nos insta a poner nuestros ojos en lo que vale la pena, es decir, en los negocios del Padre.

No permitan, dice el Señor, que los placeres del mundo nublen la visión del trono de Dios y mucho menos que esos placeres pasajeros los lleven en una dirección contraria a la voluntad de Dios para sus vidas.

Por fijar su mirada en las cosas equivocadas, toda la familia se perdió. La esposa de Lot murió convertida en estatua de sal al no poder renunciar a las cosas que estaba dejando atrás; las hijas de Lot copiaron las costumbres que aprendieron en Sodoma, donde sus padres las llevaron, y se constituyeron en las progenitoras de pueblos idólatras y pecaminosos como fueron los moabitas y los amonitas, según nos enseña el relato del Génesis.

Dios nos dice: «Pongan sus ojos y sus metas donde vale la pena hacerlo». Vivan de acuerdo a mi voluntad.

Terminemos con las palabras de Pablo a los filipenses cuando dice:

«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;

pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda

atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la

meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».

Filipenses 3.13-14

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Este articulo ha sido tomado de “Vive la Biblia”, sitio web de las Sociedades Bíblicas Unidas.

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