La inerrancia de la Biblia Parte I

La inerrancia de la Biblia Parte I

La inerrancia de la Biblia Parte I

Por Robert Charles Sproul*

Amo mi Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. La debo tener, y sin ningún error. Crecí en medio de livianas devociones y juicios superficiales, pero fui atraído por el Antiguo Testamento cuando dice: «Los hombres roban, mienten, matan, cometen adulterio y persiguen el pecado a pleno».

No hay irrealidad en el AT, la gente es real, luchando diariamente con la terrible debilidad de la carne, tratando de que alguien ponga sus vidas en conexión con el Dios del Sinaí.

La angustia de Abraham era genuina mientras caminaba durante esos tres días hacia el Moriah, intentando alguna conversación con su hijo, su único hijo, Isaac. No le repite versículos de memoria como respuesta a las preguntas de su hijo, sino que temblaba en su caminata de fe.

Ten en cuenta lo sucedido con Jacob: Su pelea con Dios fue violenta. Lo dejó lisiado. Lo transformó en «Israel». Cuando reconoce el abrumador poder de Dios, no olvida su hombría, sino que la acrecienta.

Escucha a Moisés cuando discute con Dios sobre la pesada tarea que tenía. Su heroica misión no tuvo nada de agradable. Cuando sacó al pueblo de la servidumbre, estos eran quejosos, y él también. Esa fue la realidad. Allí están David, Job, Jeremías, humedeciendo sus almohadas con sus lágrimas. En la desesperación clamaron a Dios por ayuda.

El AT está vivo con pasión, una pasión que trasciende las costumbres de los hebreos. Contesta poderosamente cada pregunta que oprime al hombre. Hay días, muchos días, en los que pierdo el coraje. Pero el coraje es contagioso, y tanto David como Amós me lo infunden. En ellos encuentro la razón para seguir.

Por su parte, el NT no es un mundo de escritos animosos y dichos interesantes. Es el ancla de esperanza; una esperanza que no puede ser quebrantada, ella me mantiene estable en medio de la tormenta. Excluye el desconcierto y nos deja sin vergüenza.

QUÍTAME LA BIBLIA Y ME DORMIRÍA EN EL FUTURO.

QUÍTAME LA BIBLIA Y ME RINDO.

SI LA PALABRA ESTÁ QUEBRADA, YO ESTOY QUEBRADO.

Jesús lo entendió así. En el atormentador desierto, el pan no lo podía sustentar. Necesitó la Palabra, cada palabra que procedía de la boca de su Padre. La tentación se profundizó durante los cuarenta días. Inexorablemente, obstinadamente, Jesús rechazó ceder. «La Escritura no puede ser quebrantada».

¿Cómo puedo romper lo inquebrantable? ¿Cómo puedo rechazar lo que sostuvo al Señor Jesús? Todos sus temas son verdad (y la verdad te hace libre). Y de ello trata la inerrancia. No sobre puntos importantes ni sobre gramática. No sobre números ni de hipérboles. Tampoco sobre citas libres de pasajes del AT ni enumeraciones en los sinópticos. Trata sobre la verdad, la verdad de Dios.

La inerrancia afirma que la Biblia no es nada menos que la revelación que nos viene de un trascendente y personal Dios. La Palabra empequeñece toda conjetura humana y destina toda especulación a la impotencia. ¿Autores humanos? Por supuesto. Con todos los adornos de sus estilos, personalidades, énfasis personales y gustos. Pero aun así, la Palabra es de Dios. Esta es la verdad de Dios que no puede equivocarse. Esa es, no puede ser falsa, fraudulenta, mentirosa ni engañosa. Es consistente con la integridad de Dios mismo.

UNA COSA ES DECIR QUE LA BIBLIA ES EL PRODUCTO EQUIVOCADO DEL ESFUERZO HUMANO, OTRA COSA ES DECIR QUE DIOS MISMO INSPIRA EL ERROR.

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Este articulo ha sido tomado de “Vive la Biblia”, sitio web de las Sociedades Bíblicas Unidas.

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* Robert Charles Sproul (1939 – 2017) fue un teólogo reformado estadounidense y pastor ordenado en la iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. También fundador y presidente de Ligonier Ministries poseía un programa de radio Renewing Your Mind, que se podía escuchar a diario en los Estados Unidos y en otros 60 países.​

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