El contenido de la BIBLIA 2

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El contenido de la Biblia

Parte 2 / AT /

La historia de los patriarcas, y el éxodo.

Armando J. Levoratti

Los once primeros capítulos del Génesis nos revelan algo del origen y del misterio de la condición humana; la historia de los patriarcas, que viene a continuación, presenta la primera etapa en la formación del pueblo de Dios.

Dios vuelve a intervenir en la historia de este mundo, pero lo hace de un modo nuevo. Ya no actúa para condenar a los culpables o para dispersar a los seres humanos, sino para dar cumplimiento a su plan divino de salvación.


Abraham, el «padre de los creyentes», escucha la palabra de Dios y emprende un camino que lo arranca del pasado y lo proyecta hacia el futuro:

Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre,

para ir a la tierra que yo te voy a mostrar.

Con tus descendientes voy a formar una gran nación;

voy a bendecirte… (Gn 12.1-2)

El designio divino de salvación comienza humildemente, con un solo hombre—Abraham—y su familia. Pero desde el comienzo tiene una destinación universal, porque la elección de Abraham redundará al fin en beneficio de todas las naciones:

     Con tus descendientes voy a formar una gran nación…

     Por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo.

(Gn 12.2-3; cf. 13.14-17; 15.5; 22.17-18)

Al leer a continuación los otros relatos del Génesis, donde el designio divino parece limitarse a algunas personas escogidas, es preciso no perder de vista el contenido de esta promesa.

Isaac, primero, y Jacob, después, fueron los herederos de la promesa divina (Gn 26.4; 28.13-15). José fue vendido por sus hermanos, pero gracias a él la familia de Jacob llegó a Egipto y se salvó de la hambruna. Así quedó preparado el escenario para la gran liberación que relata a continuación el libro del Éxodo.


EL ÉXODO.

El éxodo de Egipto constituye uno de los momentos más decisivos en la historia de la salvación. Dios se reveló a Moisés como el Dios de los padres y el Dios salvador, que oyó el clamor de su pueblo y decidió acudir en su ayuda. Le dio a conocer su nombre de YHVH y lo envió a presentarse ante el Faraón, rey de Egipto.

Luego de muchos contratiempos, los israelitas salieron de Egipto, y con ellos se fue muchísima gente de toda clase (Ex.12.38). Esta breve referencia es importante, porque nos da a entender que la unidad del pueblo de Dios no depende, ante todo, de un común origen racial.

Después de la liberación viene la alianza. Al llegar al monte Sinaí, el Señor sale al encuentro de su pueblo y establece con él un pacto o alianza. Esta alianza no es un contrato bilateral, es decir, un convenio ordinario entre dos partes que han discutido sus términos antes de concluirla y firmarla. Es una disposición divina, que el Señor concede gratuitamente, por una libre iniciativa de su gracia.

Esta alianza hace del pueblo elegido un pueblo santo, puesto aparte por Dios y consagrado al servicio de Dios entre todos los pueblos de la tierra (Ex 19.3-8).

La historia de esta liberación quedó grabada como un sello indeleble en la memoria del pueblo de Israel. A partir de aquel momento, Dios nunca dejó de presentarse a sí mismo con estas palabras: Yo soy [YHVH] tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo (Ex 20.1).

A continuación, el libro del Levítico dicta un conjunto de normas para el ejercicio del culto en Israel, el pueblo sacerdotal, consagrado al servicio del Señor.


La marcha por el desierto (narrada especialmente en el libro de Números). En medio de las asperezas del desierto, en su marcha hacia la Tierra prometida, el pueblo padeció hambre y sed. Estas penurias le hicieron añorar el pescado y las legumbres que comían en Egipto (Nm 11.5), y más de una vez se rebeló contra el Señor y contra Moisés: ¿Para qué nos trajo el Señor a este país? ¿Para morir en la guerra, y que nuestras mujeres y nuestros hijos caigan en poder del enemigo? ¿Más nos valdría regresar a Egipto! (Nm 14.3).

La libertad se les hacía una carga demasiado pesada y sentían nostalgia de la esclavitud. Entonces el Señor hizo brotar agua de la roca y los alimentó con el maná.

Al término de esta marcha, antes de pasar el Jordán, Moisés instruye por última vez a Israel, como lo recuerda el libro del Deuteronomio.

Texto extraído del libro “Descubre la Biblia” / Tomo 1 / Artículo: ¿Qué es la Biblia? / Por Armando J. Levoratti