El Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

El Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

EL ANTIGUO TESTAMENTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

El Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

Por William Mitchell

En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas (Heb. 1.1-2, DHH).

Continuidad y cambio

El autor de la Epístola a los Hebreos muestra con estas palabras que su mundo fue transformado por un evento de importancia trascendental: el nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo. Dios habló de manera nueva y decisiva por medio de su Hijo, pero sin que perdiera vigencia la palabra expresada anteriormente por medio de los profetas. La Biblia de la comunidad cristiana primitiva fue lo que hoy llamamos «el Antiguo Testamento», y este autor, a lo largo de su epístola, da un elocuente testimonio de la importancia del AT. Él está empapado del pensamiento veterotestamentario, y lo interpreta desde la óptica de Jesucristo. ¡Hay cambio y hay continuidad!

Se puede pensar de la Biblia como una planta que crece.
El Antiguo Testamento es la raíz, el tallo, las hojas y el cáliz.
El Nuevo Testamento es la flor, el punto culminante, la gloria de la planta.
El Espíritu Santo es la savia que corre dentro de la planta y da vida a todo.

Los aficionados de la horticultura se fijan en cada etapa del crecimiento de sus plantas y describen su desarrollo paso por paso. Es más difícil para ellos detallar cada etapa del crecimiento una vez que la planta está en floración, aunque la forma final refleja el desarrollo de la planta. De modo semejante, el AT nos llegó en su forma final y, a pesar de la ardua tarea de los biblistas, persisten interrogantes sobre el proceso de composición y las etapas por las cuales pasaron los libros. Sin embargo, el estudio del conjunto de los libros tanto como el de cada libro en su contexto nos permite adentrarnos en el mensaje del AT y nos ayuda a aplicarlo a la realidad contemporánea.

La comunidad cristiana del siglo I d.C. hacía lo mismo—escudriñaba Escrituras (Hch. 17.11). Para esos cristianos hubo desde el principio una relación estrecha entre su «Biblia» y los nuevos escritos que fueron surgiendo y que posteriormente formaron el Nuevo Testamento—fue el legado que dejaron para la iglesia de todos los siglos. Esta relación es muy importante; es semejante a la relación entre la flor y la planta, en tanto que no es posible explicar la una sin la otra. Al cortar una flor y colocarla en un arreglo floral sigue siendo bonita y fragrante, pero ya no tiene vida, ya no producirá semilla que da nueva vida. Para entender y apreciar plenamente el NT no debemos separarlo del contexto ni de la riqueza que deriva de su relación con el AT.

Dios se revela en la historia humana, y el AT es testimonio de esto.
Dios se dio a conocer por medio de sus acciones en la vida de un pueblo, Israel.
Si separamos el NT del AT, y estudiamos solamente la revelación de Dios en Cristo, sin considerar cómo se reveló a la raza humana antes del nacimiento de Jesús, será parcial nuestro entendimiento de Dios, del mundo, de la raza humana y su destino.



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Este artículo ha sido tomado del libro “Descubre la Biblia”, Tomo II, de las Sociedades Bíblicas Unidas.


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