
27 Sep La inerrancia de la Biblia Parte II
Por Robert Charles Sproul*
Quita la inerrancia y estamos perdidos, y fundamentalmente con opiniones humanas. Tal opinión puede exhibir extraordinaria sabiduría y asombrosa visión. Puede ser creativa y emanar una atractiva literatura. Pero la opinión pasa, en cambio su Palabra «no pasará». La opinión humana nos arrastra fuera de la luz y nos encadena para siempre en la cueva de Platón.
He leído a los gigantes de la civilización occidental. Fui estimulado por Hume, impresionado por Kant, intimidado por Aristóteles, despertado por Nietzsche. Me asombré de las viñetas con visión existencial en los escritos de Sartre. Estos hombres son maestros del pensamiento crítico. Ellos tienen la autoridad adquirida por la experiencia, pero carecen de la autoridad de Dios. En una palabra, ellos se equivocan.
Los escritos de los eruditos, a menudo, son agudos, pero su agudeza es como espada de un solo filo. En cambio, «la espada de Dios» corta por ambos lados. Puede sondear la invisible línea que separa los huesos de la médula, el nervio del esqueleto. Puede destruir y sanar al mismo tiempo.
No me gusta ser criticado. Ni los palazos o las piedras hieren tanto como las palabras. Sin embargo, en las Escrituras encuentro crítica que me sana. Delante de la Palabra puedo estar desnudo y no avergonzarme. A veces, cuando Dios me corrige, siento que me afirma, no que me rebaja. Con su disciplina sobreviene una innegable corriente de amor. Aun en su ira, Dios me comunica que «está conmigo». Su enojo no tiene amargura, su reprensión no insulta.
La mente puede resistir a las Escrituras y el corazón se puede rebelar. Pero nuestras conciencias traicionan nuestra profunda teología, porque cuando tratamos de escapar de Dios, su presencia es asombrosamente sentida.
Mucho de lo que hoy se hace en nombre de la «crítica bíblica» no es crítica, sino vandalismo. No procede de un deseo de analizar concienzudamente las sutilezas de la Escritura. A menudo procede de un vívido deseo de desaprobar todo lo que este libro señala como medida de la autoridad divina. Si esa autoridad puede ser dejada de lado, entonces, al fin el hombre puede «hacer lo suyo». La batalla es por la autoridad y los combatientes tienen pesados vestidos de intereses.
A VECES, CUANDO DIOS ME CORRIGE, SIENTO QUE ME AFIRMA, NO QUE ME REBAJA.
CON SU DISCIPLINA SOBREVIENE UNA INNEGABLE CORRIENTE DE AMOR.
AUN EN SU IRA, DIOS ME COMUNICA QUE «ESTÁ CONMIGO».
SU ENOJO NO TIENE AMARGURA, SU REPRENSIÓN NO INSULTA.
Algunos buscan una posición intermedia en la batalla. Estos dicen, con caras sinceras, que la Biblia es inspirada, pero equivocada. Es la Palabra de Dios, pero falible. Esta posición intermedia parece muy diplomática. Sin embargo se eriza con calumnias hacia Dios.
Una cosa es decir que la Biblia es el producto equivocado del esfuerzo humano, otra cosa es decir que Dios mismo inspira el error. Los defensores de esta posición aún tienen que explicar cómo la inspirada Palabra de Dios puede estar equivocada y ser falible.
TENGO UN SUEÑO:
QUE EN ALGUNA PARTE, DE ALGÚN MODO, NOSOTROS,
EN ESTE MUNDO ACADÉMICO, NOS TOMEMOS UN TIEMPO SABÁTICO
EN LA NEGATIVA CRÍTICA DE LA BIBLIA.
HAGAMOS UN CESE AL FUEGO Y GUARDEMOS NUESTROS RIFLES, PERMITIENDO A LA ESCRITURA QUE NOS CRITIQUE. ELLA A NOSOTROS.
La inerrancia nunca es una licencia para la superficialidad. No es un pasaje para patinar suavemente sobre la superficie del texto. La Palabra de Dios es profunda. Demanda un escrutinio. Proclama por el discipulado más excelente. Implica agudeza en el análisis técnico, digno de esfuerzo. La renta de tal esfuerzo es la verdad.
La verdad de la Escritura demuele la especulación. Admite la infalible Palabra, la Palabra da luz al mundo moribundo. Trae esperanza, no deseos o inseguridad. Sin ella, muero.
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Este articulo ha sido tomado de “Vive la Biblia”, sitio web de las Sociedades Bíblicas Unidas.
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* Robert Charles Sproul (1939 – 2017) fue un teólogo reformado estadounidense y pastor ordenado en la iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. También fundador y presidente de Ligonier Ministries poseía un programa de radio Renewing Your Mind, que se podía escuchar a diario en los Estados Unidos y en otros 60 países.